Desde el primer día que llegué a Etiopía me ha asilado un dilema: como poder retratar los etíopes y su paisaje de una forma que no sea convencional y al mismo tiempo significativa.
La respuesta se ha ido descubriendo poco a poco, observando sin disparar.
Saliendo fuera de la ciudad, un detalle cotidiano visto más de un millón de veces ha revelado paulatinamente su trascendencia y su valor esencial.
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