Vida de perros en Etiopía

Ser un animal en Etiopía no es una tarea fácil de llevar, aunque hay matices entre las varias razas de animales a quienes les toca convivir con el hombre.

Las que no están nada mal son por ejemplo las vacas, que pueden pastar todo el tiempo en bellos prados verdes (no es broma, a quien no ha estado aquí le costará de creer, pero Etiopía es muy muy verde, hay muchos sitios que hacen pensar más a Suiza que a África), con la única preocupación de tener a debida distancia el “dulla” (bastón) del pastor, que aunque muchas veces es un niño de menos de diez años, no se corta un pelo en darle con toda su fuerza a las huesudas ancas del animal, y si no llega, ¡a pedrazo limpio!, que nunca faltan piedras. De todas formas el destino de este animal es el de siempre, pero al no pasarse la vida encerrada en un estable de 2 metros cuadrados, su carne es muy sabrosa, pero también bastante más dura.

plana de Gheralta, Tigray, norte de Etiopía

También hay muchos caballos, que en el campo son aún bastante empleados cómo medio de transporte con los típicos “garis”, pequeños carros para todo tipo de transporte, o bien como clásica cabalgadura. No me parece hagan una vida muy dura, y son desde siempre un símbolo de bienestar.

Pero pocos saben que Etiopía es segundo solo a la China en… ¡numero de burros!
Hay más de 5 millones en el país, pero al mismo tiempo tienen una media de vida mucho más baja que en otros países, solo 13 años contra los 30-40 de media en otros lugares… esto habla claro sobre las condiciones de vida de estos animales, que se pueden observar a menudo cargados con tres veces su propio volumen de material, comúnmente paja o brancas de eucalipto. Piedra y bastón son su compañía, por eso a menudo se observan bajar a un alegro trote desde Entoto, a pesar de la voluminosa carga, tanto que el pastor no consigue seguirles de cerca, y ellos bajan embalados a su bola y… apártese quien pueda, que no distinguen entre acera y calzada, entre sentidos de marcha y preferencias ni entre moros y cristianos…

Tigray

Tigray, Etiopia del norte.

Y no pueden faltar tampoco los perros, pero aquí a nadie se le acudiría decir que un perro es el mejor amigo del hombre. Aquí un perro es un perro, y, como todos los animales, tiene una función a la que está destinado: hacer la guarda.

Pero para esta función un perro mimado no sirve muy bien, entonces aquí se usa bastante la técnica del cabreo diurno para tener una buena fiera por la noche: a menudo vienen reclusos por todo el día en jaulas o atados a la cadena para que sean más agresivos por la noche cuando son dejados en libertad dentro de la propiedad.

Adopté un perro, ya un poco mayorcito porqué aquí cuesta mucho subir los cachorros (se nos murieron ya dos gatitos L), y no le tuve que enseñar a ladrar ni a atacar eventuales ladrones, ya lo llevaba, parece, grabado en su DNA. El problema es que no distingue demasiado, y todo pasante le parece un ladrón.

De todo esto se deduce que los momentos en que me siento más ferenji, raro, extraño a cualquier tipo de comprensión, es cuando voy paseando mi perro.

La gente o se espanta como si paseara un león, o chismea maliciosamente, sobre todo si le hablo (los veo como los gallos de Asterix pensando “Están locos estos romanos”), o peor empiezan a provocarles, a lo mejor porqué les hace gracia verme atrajeado a contener su ímpetu guerrero…

En resumen ningún etíope pasea su perro ni le dice nada, y en un barrio popular como el mío un ferenji que pasea un perro es realmente algo muy asombroso!

Todo esto hace pensar en cómo es distinta, en general, la forma de tratar los animales en este país. Un animal difícilmente viene a ser un amigo y/o un objeto de cariño, es un animal que tiene que desarrollar una función, y ya está, sin añadir-le todos aquellos sentimientos que le cargamos los occidentales (que a menudo también nos pasamos por el otro lado!).

Esto no quiere decir que no sean preciados: si por casualidad atropellas a un burro, de la nada va a aparecer el pastor o quien por él a reclamar una indemnización estelar (si al contrario un burro te atropella, te aguantas, ¡y vigila más la próxima vez!), sin contar las tribus de pastores, que basan todo su sistema económico en sus manadas y son el objeto principal de sus conversaciones.

En el fondo me parece que no es ni bueno ni malo, es el resultado de una forma de vivir distinta, y creo que en cierta medida es la vida tan parca de comodidades y cosas superfluas que lleva a descargar la relación hombre-animal de sentimientos que no son necesarios para desarrollar su función, al contrario, son incluso peligrosos debido a la fragilidad de todo ser viviente… no es bueno encariñarse de un animal que muy probablemente se morirá pronto.

Y pueden haber muchos más factores que no soy capaz de entender, pero a pesar de esto, yo sigo dándole el buen día a mi perro, ¡incluso le pregunto como está!… que le vamos a hacer, ¡sólo soy un pobre ferenji loco!

2 respuestas to “Vida de perros en Etiopía”

  1. Carles Marquès Says:

    Bona tarda Emanuele,

    Qualsevol cosa que expliquis d’allà és molt xocant i diferent, així que a mi m’interessa molt. Gràcies per l’explicació!

  2. Nomès et faltaria dur el gos a l’autobus dins d’una cistelleta com es veu per aquí…

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